domingo, 18 de mayo de 2014

Compartiendo

La cerveza sabe mejor después de correr (aunque sea solo un poquito mejor que después de una buena ruta de bici), o al menos eso me parece a mi. Hoy, 6 semanas después, he vuelto a correr sin dolor, y me he tomado la cerveza mas a gusto. Después de otra buena semana de bici (251 km +2491) y nadar (4 km), hoy un nuevo entrenamiento con Laura por el monte, y a diferencia del domingo pasado, sin problemas. Un Relojero, su primer Relojero. Ha estado muy bien. El martes correré en la pista 45 minutos y veré si lo de hoy ha sido espejismo, o de verdad voy bien. Si estoy bien iré introduciendo las sesiones de correr, muy poco a poco, en la rutina actual de bici/natación. Creo que es lo adecuado para llegar al IM, a día de hoy, mi único objetivo. Quiero ser de Hierro

Y en lo sucesivo y mientras ella quiera, Laura va a escribir aqui, otra vision

“…Que los príncipes ya no son príncipes, sino principitos, y yo principita…”

”…Que las mejores cosas son las que se hacen sin pensar…” Como ese día que después de llevar durante meses el boceto de mi nuevo tatuaje entre las páginas de mi agenda, me decido y por fin me convierto en principita, o ese otro en el que una tarde cualquiera, marca el comienzo de mi aventura en el “trail running” y en ambos casos, siempre acabas queriendo más…





Hoy, he subido mi primer Relojero (se trata de la tercera sesión de montaña desde que me probé por primera vez hace ya un par de semanas), y hoy también he terminado el boceto de mi tercer tatuaje,  como he dicho, una vez lo pruebas, nunca tienes suficiente...  El primer pensamiento que tienes inmediatamente después de terminar un entrenamiento es pensar en el siguiente, del mismo modo que una vez tu tatuador acaba con el último trazo del dibujo,  de forma casi inconsciente, ojeas  tu cuerpo pensando donde irá el próximo.




Hoy también he estrenado mis nuevas zapatillas, o como yo las llamo; “alas a prueba de montañas” y la diferencia con respecto a los entrenamientos anteriores ha sido enorme, ni un resbalón, ni una torcedura, ni los dedos gordos de los pies rotos de dolor de agarrarse así mismos, pensando que agarrotados y frenando contra la suela de las zapatillas se convertirían en tacos y amortiguarían el descenso.  Ellos hoy han sido los grandes beneficiados, y aquí están, disfrutando de una tarde “post-montaña” sin ningún tipo de secuela.



Y es que no se trata sólo de encontrar algo que te guste y repetirlo, se trata de mejorarlo y mejorar. A veces mejorar es encontrar unas alas nuevas, menos bonitas y más duras que se encarguen de escoltar tus pies en la montaña o respirar hondo y evadirte del mundo consiguiendo evitar los nervios que generan dejar que alguien clave una aguja en tu espalda.
Aún así, aunque mejores, habrá momentos que duela. Irás montaña arriba buscando un tramo de roca donde apoyarte y encontrar ese aliento que evite tu desfallecimiento, o aumentarás tus posibilidades de caer cuando, mientras corres montaña abajo, tus ojos empiecen a lagrimar y no distingas con claridad el destino de tu siguiente pisada, corres por inercia, no puedes parar, y son tus pies quienes toman la decisión de donde pisar, dejas de tener el control y te acojonas. Pero si consigues no parar, llegas a la cima, coronas y tomas todo el aliento que necesitas, allí arriba el aire no cesa.  Y una vez empiezas el descenso es sólo cuestión de minutos que los ojos se acostumbren, llegado un momento, dejan de lagrimear y vuelves a ser dueño de tus pisadas, tienes el control, entonces ya no duele y merece la pena.




Una de las mejores sensaciones que experimento cuando corro por montaña es llanear, tanto es el esfuerzo al que someto mis piernas durante los tramos de subida y bajada, que al encontrar un llano parece que mis piernas corren sin que se lo pida, como si nunca antes hubiesen andado. No están sometidas a ningún sobreesfuerzo, y vienen fuertes, corren como nunca, como si a lo largo de su corta vida, no hubiesen hecho otra cosa que no fuese correr, quieren más, una montaña o un entrenamiento ya les sabe a poco, el ruido de la aguja contra el hueso es sólo eso, ruido…
Creo y sé que al final hacerse con el control de determinadas situaciones es cuestión de técnica, y la técnica sólo se consigue andando, en mi caso corriendo o entre agujas…


Hasta la próxima, hasta que el cuerpo aguante y cuando no aguante, un poco más…

L.




2 comentarios:

  1. Al final se lo has pegao, no siiiii lo sabia, pero bueno en algo coincido con ella, lo mejor, el llano jeje.Un saludico.

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  2. Parece que la lesión empieza a curarse, eso es bueno.

    Y buena incorporación la de Laura, en nada de tiempo estará corriendo carreras de montaña.

    Saludos.

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